El estrés, la ansiedad o la fatiga crónica por el exceso de trabajo pasan factura: “Son asesinos silenciosos”
Un informe de la ONU presentado esta semana advierte que unos 745.000 trabajadores mueren al año por estas situaciones.
En 2020 los españoles realizaron un total de 320 millones de horas extra y casi la mitad no fueron remuneradas
El estrés, la ansiedad o la fatiga crónica en el ámbito laboral pueden tener consecuencias fatales, incluso ocasionar la muerte. “Son asesinos silenciosos”, subraya Julio. Así lo pone de manifiesto también un informe de la ONU presentado esta semana, que advierte que trabajar más de 55 horas semanales durante un tiempo prolongado puede aumentar hasta un 35 % el riesgo de fallecer por enfermedades cardiovasculares, que matan anualmente a unos 745.000 trabajadores en esta situación.
El estudio ha estado coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), quienes concluyen que los horarios prolongados ya son el principal factor de riesgo laboral y provocan un tercio de los problemas de salud ligados al empleo. “Al final tenemos unas capacidades y unos recursos limitados y, si los consumimos, si nos esforzamos por encima de nuestras capacidades, nuestra salud se ve afectada”, explica el doctor en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y consultor en Fraternidad Muprespa, Iván Fernández, a quien “no le cabe ninguna duda” de que “el exceso de trabajo puede llegar a matar”.
En Japón tienen hasta un concepto para describir esta situación: el karoshi o exceso de muerte en el trabajo, que está reconocido en el país nipón desde hace más de 30 años. 17 meses sin un día libre o 105 horas extra al mes son casos reales de japoneses que, tras llevar durante años su cuerpo y mente al límite en el trabajo, han terminado suicidándose. Sin embargo, en España es un tema aún desconocido para muchas personas.
“Cuando alguien muere por un infarto o un ictus, no lo asociamos a que la causa puede ser sus condiciones laborales. En cierto modo, son accidentes mortales ocultos, muy difíciles de demostrar, a no ser que le haya sucedido en su centro de trabajo”, afirma el secretario de Relaciones Laborales y Empleo de la UGT en Andalucía, Juan Carlos Hidalgo. A su juicio, el problema radica en que “cuando hay un accidente laboral mortal lo vemos claramente”, pero en este caso se trata de “una muerte lenta y silenciosa”.
Una situación agravada por las nuevas tecnologías y la pandemia
La investigación, primera llevada a cabo globalmente sobre los efectos de los largos horarios en la salud de los trabajadores, detalla que las muertes causadas por esta problemática subieron un 29 % entre 2000 y 2016, año en el que provocaron hasta 398.000 muertes por enfermedades cardíacas y 347.000 por infarto. El auge de la mortalidad en este terreno ha llevado a la OMS a incluir en la clasificación internacional de enfermedades el ‘síndrome del trabajador quemado’.
Desmotivación, frustración, caída del rendimiento, mal humor, apatía, dificultades para desconectar o incapacidad de concentración son algunos de sus síntomas, que se han visto agravados en los últimos años por la irrupción de las nuevas tecnologías. “Las nuevas tecnologías son maravillosas y nos han abierto un abanico de posibilidades muy amplio, pero a nivel individual han generado una dependencia digital difícil de combatir: han hecho que los trabajadores estemos hiperconectados para bien y para mal y que la exigencia laboral sea mucho mayor”, recalca Fernández, quien insiste en la necesidad de legislar en este sentido.
Los efectos negativos suelen aparecer a los diez años
Según la ONU, los efectos negativos de los largos horarios en la salud suelen aparecer a los diez años de comenzar a tener este tipo de jornadas prolongadas, por lo que las principales víctimas son personas de entre 60 y 80 años que hayan tenido que trabajar en estas condiciones al menos a partir de los 45. Además, un 72 % de los fallecidos por estas causas son hombres, destaca el estudio.
Los expertos consultados también relacionan esta “epidemia” de muertes originadas en problemas cardiovasculares ligadas al exceso de trabajo con determinados sectores productivos, aunque reconocen que también influyen las condiciones particulares de cada individuo. “Hay que tener en cuenta que cada persona tiene un límite, pero lo cierto es que hay sectores que están más predispuestos a estas patologías o esta acumulación de estrés o síndrome de estar quemado”, apunta el profesor de la UNIR.
En este sentido, destacan actividades como la educación, la sanidad o el trabajo social. “¿Y qué tienen en común estas actividades? Que el cliente tiene la máxima exigencia y el trabajador tiene la máxima responsabilidad. Si estoy enfermo, no me sirve con que me curen al 99 %. No se puede educar al 99 %, ni tampoco se puede reintegrar parcialmente a una persona con problemas”, recalca el experto.
Las horas extras no pagadas, otro problema para los trabajadores
El estudio añade que el grupo de edad de entre 30 y 34 años es el más expuesto a realizar jornadas laborales excesivas. En estas franjas de edad, en torno a un 20 % de los hombres están expuestos a hacer más horas de trabajo de las permitidas, un porcentaje que baja ligeramente en el caso de las mujeres.
Este ha sido uno de los puntos que ha llevado a la OIT, junto con la OMS, a elaborar este informe: concienciar a la población de los riesgos en la salud de trabajar más horas de las reguladas. Y es que trabajar más de 55 horas por semana aumenta un 35 % el peligro de fallecer por una enfermedad cardíaca en comparación con quienes tienen un horario estándar -35-40 horas semanales-, que corren un riesgo del 17 % de morir de infarto. “En estos tiempos que la sociedad reconoce más el valor del trabajo y la salud, es un buen momento para exponer esta situación: el exceso de trabajo mata y esta matando a 750.000 trabajadores al año”, subraya Nieto.
RTVE