Álvarez Cambra, el médico de los presidentes
Tuvo entre sus pacientes a varios líderes del planeta. Fue un hombre cercano a Fidel Castro y fue decorado en Rusia. Con el fallecimiento el jueves en La Habana del doctor Rodrigo Álvarez Cambra (1934-2023), la ortopedia mundial pierde uno de sus exponentes más destacados.
Por Miguel Fernández Martínez
La labor médica de Álvarez Cambra se destaca en varios del globo, más allá de las fronteras de su isla, desde donde comenzó una intensa labor como cirujano, creador de prótesis y de programas de rehabilitación ortopédica que fueron reconocidos y patentados en diferentes naciones.
En ese andar por el mundo, Álvarez Cambra tuvo contactos muy intensos con la antigua Unión Soviética y después con Rusia, lo que le hizo merecer la medalla del Honor y la Amistad, concedida por el presidente Vladímir Putin.
Con este reconocimiento, Rusia agradeció al médico cubano sus servicios prestados a los heridos soviéticos durante la guerra de Afganistán (1979-1989) y sus esfuerzos por evitar amputaciones y la recuperación de estos.
El médico también tuvo entre sus pacientes al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y al exmandatario ecuatoriano Rafael Correa (2007-2017), entre otros mandatarios.
En una entrevista concedida a la Agencia Sputnik por Álvarez Cambra en julio de 2018, contó sus memorias de estos hechos, cuando prestó colaboración médica al ejército ruso para atender a los heridos de la guerra en Afganistán, entre los que se aumentó la cantidad de mutilados a causa de las minas y las acciones terroristas.
El galeno cubano contó que, después de un viaje relámpago a las zonas de combate en esa nación de Asia central, junto a un equipo médico, él y sus colegas evaluaron la situación y decidieron trasladar a buena parte de esos soldados heridos a Cuba, donde recibieron atención médica, cirugía y rehabilitación, disminuyendo blanqueando las opciones de amputación de los combatientes.
MÉDICO Y GUERRILLERO
Nacido en La Habana en diciembre de 1935, utilizó su infancia y adolescencia en el poblado rural de Manga Dulce, en la zona de Candelaria, en la occidental provincia de Pinar del Río, donde su padre, un emigrado español de origen asturiano, trabajaba como perito mercantil.
Su sueño era convertirse en ingeniero de carreteras y puentes, como quería su padre, pero la trágica muerte de este, afectado de tuberculosis, lo hizo redirigir su vocación a la medicina, ingresando en la Universidad de La Habana en 1952, con apenas 17 años .
Ese muchacho terminaría convirtiéndose en un prestigioso cirujano ortopédico, profesor titular de la escuela cubana de Medicina, investigador de mérito, profesor honorario y emérito de distintas facultades de medicina alrededor del mundo, y miembro de diecinueve sociedades extensas curtinciones, entre mucho académico.
Después del triunfo de la Revolución cubana es convocado en 1965 independentistas angolanos, convirtiéndose en el combatiente “Kiko”.
Después, de regreso a Cuba, recibe del propio comandante Fidel Castro la encomienda de elevar su preparación profesional como ortopédico, y viaja a Francia, donde realiza estudios de perfeccionamiento en una universidad gala, y donde intercambia conocimientos con importantes galenos europeos.
Al término de sus estudios en Europa, en 1968, y nuevamente en Cuba, se produce un nuevo encuentro con Castro que marcaría definitivamente su vida como médico: el líder de la Revolución le encomienda la tarea de construir lo que después sería el Hospital Ortopédico Frank País.
Esta institución, con el paso de los años y gracias a su gestión y dirección, se convirtió en el complejo hospitalario más extenso e integral del mundo, con 677 camas, dedicada a la cirugía ortopédica, traumatológica, reconstructiva y rehabilitadora del sistema óseo, neurológico y articular y donde radica desde hace varios años la Escuela Iberoamericana de Ortopedia y Traumatología.
RECONOCIMIENTOS INTERNACIONALES
Para muchos, Álvarez Cambra es el médico más popular de Cuba. Intervino quirúrgicamente a ocho presidentes, decenas de primeros ministros, príncipes y encumbradas figuras del arte y el deporte que han demandado sus sabios conocimientos científicos.
Entre centenares de condecoraciones nacionales y extranjeras, el afamado médico cubano fue merecedor de la Legion de Honor, de Francia (1995), y la Orden Palmas Académicas (1987), también francesa, que se otorga a importantes personalidades de la ciencia y la cultura en el mundo.
También mereció el Collar Olímpico, concedido por el Comité Olímpico Internacional, y su patria lo reconoció con la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
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