Un estudio internacional sobre la composición de las fórmulas infantiles ha revelado un hecho desagradable: sus beneficios declarados para la salud de los bebés no han sido confirmados de ninguna manera. Y no es que los fabricantes sean astutos con fines publicitarios, todo es mucho peor. Los científicos han recopilado evidencia convincente de que toda la industria de alimentos para bebés necesita reformas y una regulación legislativa estricta.

Ya en 1981, la OMS introdujo el Código de Vendedores de Sucedáneos de la Leche Materna. Esto se hizo con el fin de frenar la promoción agresiva de los sustitutos y la promoción de la no lactancia materna. Pero el Código es solo de carácter consultivo, y aunque la ciencia moderna ha reconocido que la leche materna es la nutrición óptima para los bebés, esto no detuvo a los fabricantes de fórmulas infantiles.

El estudio a gran escala examinó 757 tipos de fórmula infantil de docenas de países, tanto en desarrollo como desarrollados. Casi todas las etiquetas contenían una o dos afirmaciones sobre los beneficios de la fórmula para el desarrollo del niño, pero solo en el 74% de ellas se encontraron referencias a evidencia científica. Además, más de la mitad de las referencias eran de estudios en animales, los estudios clínicos en humanos se realizaron solo en el 14% de los casos. Y el 88% de estos estudios fueron financiados por los propios fabricantes.

La conclusión es decepcionante: la industria de alimentos para bebés no es capaz de autoorganizarse, los fabricantes están enfocados en las ganancias y no en mejorar la salud de los niños, para lo cual están listos para manipular información crítica. El Estado debe asumir funciones de regulador para que los padres no sean engañados y no pongan en riesgo a las futuras generaciones de personas.

Techcult