Memorial para los desmemoriados
Ahora que han casi terminado los festejos de las municipales en Catalunya y las distintas contiendas electorales en el país vecino (autonómicas y municipales) conviene recordar algunos hechos que en ocasiones parecen haber desaparecido de la memoria colectiva:
Por Alfonso Durán Pich*
*https://www.alfdurancorner.com
- Catalunya es un país ocupado desde hace varios siglos por las fuerzas del país vecino. El objetivo principal no es que los independentistas catalanes quieran marcharse de España, sino que las fuerzas de ocupación y sus seguidores se marchen de Catalunya.
- Esas fuerzas cuentan con el apoyo explícito e implícito de una buena parte de la población que vive en Catalunya, e incluso que ha nacido en ella, pero que se siente española e interpreta la catalanidad desde una óptica de “juegos florales”.
- Esa población de cultura castellana (lengua, valores, usos, mitos, ritos y formas de interpretar la realidad) está en las antípodas de la población de cultura catalana.
- Esa población castellana no se sintió afectada por la violencia explícita de las fuerzas del orden en los episodios de octubre del 2017 y tampoco por la violencia implícita de las distintas ramas del aparato del Estado (judicial, mediática, fiscal, etc.). Interpretan que era y sigue siendo una respuesta razonable ante las pretensiones de los catalanes independentistas. Hay que poner orden.
- Esa misma población no es consciente de lo que significa el Déficit Fiscal para los ciudadanos de Catalunya. El famoso y recurrente 8% del PIB que año tras año desaparece de sus bolsillos (de los independentistas y de los españolistas) supone un deterioro estructural de los recursos disponibles a nivel macroeconómico que afecta a la sanidad, a la educación y a muchas otras prestaciones sociales. Y para cada ciudadano representa que unos 2.900 euros anuales (datos del 2022) salen de su bolsillo. Y si ese ciudadano pertenece a los segmentos medios y bajos de la población, esa extracción es más dolorosa. Solo la ignorancia explica que no se rebele ante este expolio.
- Entre los partidos políticos que operan en Catalunya, bajo la atenta vigilancia de las fuerzas de ocupación, los hay de tendencia independentista (con matices) y otros de naturaleza españolista (sin matices). Entre los primeros tenemos a JuntsxCat, ERC, CUP, PdeCat y otros menores. Entre los segundos tenemos al PSC, PP, Vox, Ciudadanos y otros menores.
- Ciudadanos no se ha ido. Simplemente sus militantes se han recolocado en las filas de los partidos afines. El caso más espectacular es el del futuro alcalde de Tarragona, hasta hace poco conocido líder de Ciudadanos y ahora representante del PSC. Todo para ellos muy normal. De hecho, tanto da.
- Lo de Vox tampoco es nuevo. Son marcas blancas de la españolidad que quieren tener protagonismo propio. Lo que sí comparten todos ellos es un rechazo al catalanismo independiente. En unos casos visceral y en otros menos estridente en las formas, pero idéntico en el contenido. La frontera entre esta ideología y la dialéctica de “los puños y las pistolas” de raíz falangista es muy tenue.
En estas condiciones se han celebrado las elecciones municipales, que la mayoría de los voceros mediáticos tratan de presentar como algo ajeno al terreno ideológico, lo que es una falacia. Porque que las calles estén limpias, que los suministros y servicios básicos funcionen, que la seguridad proteja al ciudadano, que el espacio urbano se halle en condiciones, etc. se puede hacer de distintas maneras en función del pensamiento nuclear. Mientras ese pensamiento esté controlado por el nacionalismo español (en particular en la asignación de recursos), las limitaciones en la gestión de los ayuntamientos catalanes continuarán existiendo, sea quien sea el color político del alcalde.
Ya se han comentado suficientemente los resultados como para insistir sobre ello. Solo hay que destacar:
- Que los ciudadanos independentistas catalanes han castigado con la abstención a sus representantes políticos. A todos ellos, con especial dedicación a Esquerra Republicana, que ha perdido trescientos mil votos respecto a las anteriores municipales.
- Que la apuesta política del presidente de ERC señor Junqueras ha sido un fracaso. Lo normal en un país democrático es que presentara la dimisión. El partido necesita un revulsivo si no quiere pasar a fase de derribo. Seguramente no harán nada.
- Que el éxito del señor Trias en Barcelona oculta una pérdida importante de votos en zonas donde la independencia era dominante y votaba Junts. No se puede continuar en la ambigüedad. Hay que definirse de una vez. El señor Trias ha gozado de muchos votos cuyo principal interés era desplazar del dominio del Ayuntamiento al tándem Colau-Collboni. Gente harta de ver como la ciudad de Barcelona caminaba hacia el caos en todos los órdenes.
- Que la CUP y opciones de su órbita han perdido cuarenta y cinco mil votos. Las distintas corrientes que cohabitan con dificultad en esta extraña agrupación que se autocalifica de “anticapitalista” siguen secuestradas por una minoría de líderes que parecen gozar de su cómoda posición como críticos del establishment, sin que propongan ninguna alternativa realista y practicable.
- Que el grito cherokee de la señora Colau para que la “mayoría progresista” retenga el poder y sus bien remuneradas poltronas en el ayuntamiento es una majadería, concepto que la Real Academia española tilda de “dicho o hecho necio, imprudente o molesto”. Algunos, que no vivimos de los presupuestos del Estado, estamos más que hartos de esa apropiación del “progreso”, que esa “izquierda caviar” viene utilizando con una escandalosa desfachatez.
- Que el PSC continúa siendo cada vez más una delegación de ventas del PSOE en Catalunya, presidida por el triste señor Illa que se ajusta al pie de la letra al guion que le envían desde Ferraz. El socialismo catalán ha muerto. No quedan huellas de Pallach, ni de Reventós, ni incluso de Pascual Maragall. El histórico “cinturón rojo” del área metropolitana de Barcelona es una macroagencia de colocación para sus militantes, donde la población española se informa a través de Telecinco o Antena 3 de lo que ocurre en Catalunya, aunque ahora se han abierto un poco a TV3, que ha entrado a competir con sus homólogos españoles con sus programas de entretenimiento castellanizados.
- Que continuar jugando a la bipolaridad izquierda-derecha es una trampa para desinformados. El eje no es éste (supuestamente ideológico), sino el nacional (catalanes independientes frente a nacionalistas españoles).
- Que las veleidades de la masa poblacional del país vecino a la hora de votar entre el PSOE y el PP son una clara demostración de que “tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando”. Lo hemos dicho muchas veces y Josep Pla lo recordó: “Lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas”. Los catalanes independentistas sabemos sobradamente que gobierne quien gobierne en Madrid, irán a por nosotros.
Y ahora el señorito Sánchez, ante el derrumbe de su tinglado en el Estado, ha convocado elecciones generales para no hacer más larga su agonía. En este contexto y debido a la urgencia de la convocatoria, los independentistas catalanes y sus actuales líderes políticos pueden hacer tres cosas:
1.Presentarse cada uno con su marca a las elecciones, como ha hecho ya el PdeCat, en una muestra más de su vuelo gallináceo. El resultado será un desastre. Sus votos no servirán para nada, o, peor aún, para apoyar a cualquiera de los partidos del Régimen.
2.Presentarse como un frente único (la voz catalana en Madrid) como lo hizo Solidaritat Catalana a primeros del siglo XX. Esto significaría que Esquerra cediera protagonismo y aceptara el compromiso de Junts y la CUP. Sería un gesto noble, pero nada más.
3.Que ningún partido independentista se presentara a esas elecciones del país vecino y que los votantes independentistas se abstuvieran. Sería un primer paso para recuperar el terreno perdido en el combate político con un adversario hostil. Debería complementarse con otros pasos, pero nos daría una inyección moral de victoria.
Personalmente lo tengo muy claro. Como votante me abstendré. Pido una abstención masiva. Por dignidad y por coraje.